A raíz de enterarme de una trajedia que afectó a un familiar directo de una persona muy querida he reflexionado acerca de aquellas personas que han pasado pruebas durísimas en la vida y que no les ha sido fácil salir adelante. Muchos de quienes perciben estas situaciones, ya sean creyentes o no, tienen problemas para aceptar el hecho de que un Dios todo amor y misericordia, que nos escucha y proteje; pueda permitir que personas, frutos de su creación sufran a veces reiterados golpes que implican tener que empezar de cero luego de un camino de tenacidad, esfuerzo,sacrificio y privaciones.
Sin embargo, olvidan que la gente no sólo se ve afectada por pérdidas materiales y/o humanas sino que también por pérdidas en el terreno personal-espiritual. Pensamos, ¡uff!..si a mi se me quemara mi casa no podría soportarlo..tantos años de esfuerzo reducudos a cenizas en un instante. Pero el hecho es que mucha de esa gente afectada tiene la fuerza interior suficiente para levantarse una y otra vez luego de caer y rehacer su vida,logrando cada vez alcanzar logros más importantes que el anterior. Y también existe multitud de gente que sin haber pasado por ese tipo de vicisitudes, se derrumba y no puede sobreponerse por ejemplo a un despido en el trabajo de toda una vida, al engaño de su pareja, a parecer un fracasado ante la sociedad de hoy, etcétera..a primera vista, situaciones si se quiere y dependiendo del punto de vista de cada uno, menos graves.
Por eso mismo, lo que unos no pueden soportar, otros estoicamente aguantan y resurgen de sus cenizas con renovado vigor y sólida Fe en sus medios y el destino.
Entonces, se llega a la conclusión de que Dios, en su infinita sabiduría, no pone en tus hombros una carga que no puedas soportar.
Santiago de Chile, a medianoche de un día de principios de febrero.